De todas ellas estoy harto.
Estoy harto de frases vacías, impersonales y sin sentido. Sentencias universales que algunos toman como axiomas, y que algunos creen incluso que rigen sus vidas o que debiesen hacerlo. Algunas de las redes que embaucan a tontos y listos, profesionales y aprendices, corazones solitarios y corazones distantes, aquellos que buscan y otros que quieren ser encontrados, esas redes se convierten en altavoces de nuestra estupidez, a veces de nuestras emociones y pensamientos, y la mayor parte de las veces en la banalidad de la vida, punto de encuentro para unas risas. De todas esas palabras no salvaría ninguna, ninguna de ellas que han sido meros trámites, obligaciones sociales. Solo unas pocas sílabas sinceras, desgarradores llantos o dulces gemidos, ira descontrolada o sonrisas de amigos darán parte en mi recuerdo. Pero de todas ellas estoy harto. Y es que ninguna tienen tus ojos, ni tus labios, ni la música de la carcajada en tu garganta, ni el sollozo de tu desamor amargo...