Dueña de mi alma

No quería escribir ningún verso
que tenga por mérito
felicitar tu día sin más
Podría hablar de la inmensidad,
de los ojos del mar
de los cabellos bañados
a la luz de una estrella sideral
del cuerpo del deseo perpétuo
de la miel de tus labios
o del aliento infinito de tu abrazo

y lo pienso con calma
y estoy seguro
que no hay palabra que reproduzca la belleza
de la dueña de mi alma.


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