Ajo.


El otro día pensé,
entre la duda del nitrógeno
y el oxígeno de tu aliento,
dónde encajaban mis palabras
y la radiación que vomitan los imbéciles al viento.

Me quedo pensando y pensando
si les suelto ajos
o me quedo en el bergantín de mis sueños
divisando la arena blanca de una cala
mientras cuido de mi piel ajada
y sangro tinta de mis manos al cielo.

El otro día pensé
que no había duda, ni aliento
ni mis palabras eran el centro,
que solo tengo el aliento del ajo
mi vaca sagrada, el mar por el que me desvelo
el otro día pensé
que solo yo soy de mi destino el dueño...

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